El Movimiento Fe y Alegría: sobre la necesidad de refundamentar la Educación Popular
(Extraído de Fe y Alegría - La Educación Popular y su Pedagogía. Caracas: Federación Internacional de Fe y Alegría, 2003)
En 1985, a los treinta años de
haber sido fundada, y tras un largo proceso de reflexión, análisis y
cuestionamiento, a veces difícil y conflictivo, Fe y Alegría plasmó su
identidad y razón de ser en su Ideario, en el que se autodefine como “un
Movimiento de Educación Popular que, frente a situaciones de injusticia, se
compromete con el proceso histórico de los sectores populares en la
construcción de una sociedad justa y fraterna”
Fe y Alegría se atrevió a
definirse como Movimiento de Educación Popular en momentos en que la Educación
Popular, muy ligada a los movimientos sociales y políticos que buscaban
transformar profundamente las estructuras injustas de la sociedad, miraba con
desconfianza y recelo el mundo de la educación formal por considerar que era el
“aparato ideológico del Estado” opresor, cuya función era reproducir la
sociedad de dominación e injusticia, e impedir su transformación. Por eso, la
mayoría de los educadores populares de ese tiempo pensaban que era imposible
hacer Educación Popular desde la educación formal, pues consideraban que eran
términos opuestos y contradictorios.
Fe y Alegría, que había nacido
como una respuesta educativa cristiana ante el clamor de la injusticia y
consideraba que la ignorancia era la razón principal de la pobreza y
dependencia, nunca aceptó que se quisiera reducir la Educación Popular a
prácticas educativas no formales y consideró que era posible practicarla en
todos sus programas. Es significativo señalar que el XVIII Congreso
Internacional reunido en Cali (Colombia) en 1987, dos años después de la
promulgación del Ideario, expresaba en sus conclusiones: “Se ve con
satisfacción cómo los planteamientos sobre la Educación Popular desde la
educación formal tienen plena aplicabilidad en los procesos educativos escolares
ordinarios, superando definitivamente el mito de que la Educación Popular es
exclusiva de los procesos no formales y desescolarizados para adultos”.
Era evidente, sin embargo, que
cuando Fe y Alegría se definió como Movimiento de Educación Popular, más que
reflejar su realidad, estaba planteando su Misión, lo que aspiraba llegar a
ser, estaba invitando a iniciar individual y colectivamente un profundo proceso
de reestructuración y reconstrucción. De hecho, ser movimiento implica la
permanente desestabilización creativa, la relectura continua de la realidad en
una actitud de comprobada búsqueda, con grandes dosis de audacia, de
inconformidad, de autocrítica sincera y constante, de modo de superar las
incoherencias y adecuar las prácticas a las exigencias y los retos que plantea
la realidad siempre cambiante y el empobrecimiento y exclusión crecientes de
las mayorías.
La permanente revisión de sus prácticas ha llevado a Fe y Alegría a abordar en profundidad de nuevo en los últimos Congresos (Guatemala 2001 y Paraguay 2002) el tema de la Educación Popular y su Pedagogía, dados los constantes llamados que se vienen haciendo entre los educadores populares de América Latina, a refundar, refundamentar o reconceptualizar la Educación Popular en el actual contexto de globalización neoliberal. Se es muy consciente de que “vivimos en un cambio de época más que en una época de cambios” y que el mero discurso emancipador de los años sesenta o setenta puede resultar en estos días profundamente reaccionario.
La pregunta impostergable hoy es ¿cómo abordar una práctica y un pensamiento emancipador en un contexto de globalización, neoliberalismo y postmodernidad? ¿Cómo seguir siendo fieles a ese pueblo cada vez más marginado, de modo de construir con él propuestas concretas de dignificación y empoderamiento? Porque si bien hoy debemos movernos con las certezas de nuestras incertidumbres, de ningún modo la propuesta de refundar la Educación Popular puede encubrir una actitud acomodaticia o de abandono de sus opciones fundamentales. Si algo resulta de una claridad meridiana en medio de tanta confusión es que cada día aumenta el número de pobres y excluidos, y por ello cada día cobra más vigencia la auténtica Educación Popular que los capacite para vivir con dignidad y ejercer sus derechos de ciudadanía.