Basil Bernstein: código pedagógico
Por José Antonio Gómez Di Vincenzo
Basil Bernstein (1924 - 2000) es uno de los más prestigiosos sociólogos británicos. Conocido por sus
aportes a la sociología de la educación, su obra se construye en permanente
diálogo con la de Pierre Bourdieu (1930 – 2002).
De un tiempo a esta parte
quien escribe se encuentra tratando de ahondar en el estudio de aquellos
autores que nos brindan herramientas conceptuales que nos permitan comprender
cómo, desde las particularidades, desde lo micro, desde las pequeñas prácticas
cotidianas, se da la reproducción de las relaciones sociales dentro del modo de
producción capitalista. Por eso, tenemos que lidiar con Foucault, para
cuestionarlo, criticarlo y tomar lo que pueda darnos, tal vez desde la herejía.
Volveremos a él tantas veces como sea necesario en futuras entradas. Por eso,
tener que buscar preguntas y respuestas en los 70, cuando un grupo de
sociólogos y filósofos inspirados en los grandes del siglo XIX, pero también
muñidos de sendas críticas, vueltas de tuerca o profundizaciones de sus propuestas,
notaron que debía complejizarse el análisis puesto que las soluciones aportadas
por los padres fundadores no alcanzaban para dar cuenta del permanente
afianzamiento del capitalismo y lo complejas que se tornaban las cosas en el
tránsito por el siglo XX.
Bernstein, de él me encargaré aquí, se ocupó por estudiar lo que ocurre dentro
del aula, cómo ciertas prácticas pedagógicas contribuyen a la reproducción del
statu quo. Para este sociólogo inglés, el aula representa un pequeño
laboratorio donde resuenan las relaciones sociales capitalistas.
Me parece interesante dedicarle al menos unos párrafos para dar cuenta de los
instrumentos que nos brinda, creyendo con esto hacer un aporte para el estudio
de la complejidad social. Hoy la pedagogía ha derribado los muros de las aulas
y las escuelas y se ha establecido en diversos ámbitos. Cuando un producto
quiere ser vendido, la publicidad enseña, busca interpelarnos como oyentes y
sumisos alumnos, presentando la mercancía (¡ay… ni qué hablar de las mercancías
tecnológicas!) con el incuestionable apoyo de la investigación científica (el
jabón, el insecticida, el profiláctico, etc., científicamente probados). Cuando
el político aparece en el spot, a veces, no siempre (la cosa se borronea cuando
en vez de un discurso político construido desde la densidad del análisis y la
fuerza del proyecto transformador aparece un técnico neoliberal) se ubica en el
lugar del portador del saber que quiere convencer, aunque la pose sea la del
conciudadano humilde que expresa sus ideas. Cuando el periodista televisivo o
radial expone, lo hace como un docente.
Como sea, la pedagogización de los discursos es algo a tener en cuenta en el
contexto actual y nos plantea el desafío de desempolvar la obra de genios de la
talla de los protagonistas de la denominada “nueva sociología de la educación”.
Vayamos pues a recorrer lo que Berstein tiene para decirnos.
El concepto de código ocupa un lugar central en la sociología de Basil
Bernstein. Gracias al desarrollo teórico de esta categoría, Bernstein no sólo
ha podido dar cuenta de aquello que la institución escolar reproduce sino
también, logró explicar el modo en el que se da esta reproducción, mediante qué
mecanismo opera o cómo se lleva adelante en la práctica pedagógica.
El currículum y la pedagogía se consideran sistemas de mensajes y constituyen
la estructura y los procesos del saber, de transmisión y práctica escolares. El
currículum define el saber válido y la pedagogía, la transmisión válida de
dicho saber.
... código se refiere al “principio regulador que subyace a diversos sistemas
de mensajes, en especial al currículum y la pedagogía”. (Bastardilla en el
original) (Sadovnik, 1992: 12)
El texto pedagógico es un texto social y como tal, no independiente de las
relaciones sociales de producción. En la relación pedagógica, docente-alumno y
trama social, hay una relación de fuerza. Existe una trama social dentro del
aula. Para Bernstein, la escuela tiene una voz que le es propia. Mediante el
texto, el contenido curricular es transmitido para ser adquirido.
El código educativo es una herramienta que permite la descripción y comprensión
de los principios que regulan la práctica y el discurso pedagógico. Principios
estos que regulan los procesos de adquisición de la cultura. Las relaciones de
clase regulan la institucionalización del código elaborado en la escuela, las
formas de transmisión del mismo y además, cómo se da su manifestación.
Los presupuestos de clase, su antagonismo y la dispar distribución de poder en
la sociedad capitalista, presentes en el código, se encuentran en la
clasificación y en el enmarcamiento del conocimiento educativo y en la
ideología que esta clasificación y este enmarcamiento expresan.
En los siguientes puntos, analizaremos con mayor detenimiento el aporte teórico
de Basil Berstein.
Poder y control en la escuela
Las principales teorías de
la reproducción cultural no nos han proporcionado principios de descripción que
den cuenta de cómo se da en la práctica pedagógica tal reproducción. Siguiendo
a Bernstein (Bernstein 1998), esto se debe a que dichas teorías toman a la
educación como portadora de relaciones de poder externas a ella misma. Así, el
discurso pedagógico actúa como portador, como soporte de algo que se encuentra
por fuera. El autor citado propone un análisis interno del discurso pedagógico.
Concretamente, sostiene la importancia del estudio de la lógica interna del
discurso y sus prácticas junto con el análisis de las formas de comunicación.
Analizando el discurso pedagógico, en particular su estructura interna, puede
entenderse cómo se transmiten las relaciones de poder y el control.
Se trata entonces, de
entender cómo se traducen el poder y el control en principios de comunicación y
cómo estos regulan las formas de conciencia en función de la reproducción y/o
posibilidades de producción cultural.
Poder y control actúan
siempre en distintos niveles de análisis. El poder crea categorías, rupturas,
actúa para producir marcadores sociales. Entonces, es posible afirmar que opera
estableciendo relaciones entre categorías. En cambio, el control fija formas
legítimas de comunicación propias o adecuadas a las categorías. El control
transmite las relaciones de poder y socializa a los individuos en el marco de
las mismas.
Sintetizando, podemos
afirmar que el poder establece las relaciones entre categorías y el control,
las formas legítimas de comunicación, las relaciones dentro de cada una de
estas categorías.
Clasificación y
enmarcamiento
Basil Bernstein (1998)
propone dos conceptos que funcionan como herramientas para la traducción de
poder y control y permiten comprender el proceso de control simbólico que se da
en las prácticas pedagógicas.
El concepto para traducir
el poder es el de “clasificación” y permite estudiar las relaciones entre
categorías. El poder es lo que preserva los espacios de silencio, la separación
entre categorías. La clasificación impone la voz.
Clasificación se refiere a
un atributo que no determina una categoría, sino relaciones entre categorías,
por ejemplo, podríamos pensar, en concreto, en categorías del discurso de la
enseñanza secundaria: física, geografía, lengua, etc. (Bernstein, 1998: 38)
Las categorías pueden ser
consideradas como la división del trabajo del discurso. Las relaciones de poder
se traducen en principios de clasificaciones que pueden ser fuertes o débiles y
estos principios establecen divisiones del trabajo, identidades y voces a la
vez que disfrazan el carácter arbitrario de esas relaciones de poder.
Empleando el concepto de
clasificación y haciendo referencia al currículum, encontramos dos tipos de
códigos curriculares: códigos de acumulación y códigos integrados. El primero
apunta a un currículum fuertemente clasificado; el segundo, a uno débilmente
clasificado.
La separación que crea el
principio de clasificación tiene dos funciones. La primera de ellas es externa
al individuo y regula las relaciones entre personas; la segunda es interna
puesto que regula las relaciones internas al sujeto. Esta última, la realidad
interna de la separación, constituye un sistema defensivo a nivel psíquico para
mantener la integridad de una categoría. Por suerte, y esto es importante,
estas defensas no siempre actúan eficazmente dando lugar a la posibilidad de lo
diferente, lo impensable.
La forma de control que
regula la comunicación en las prácticas pedagógicas será analizada mediante el
concepto de “enmarcamiento”. El enmarcamiento se refiere a los controles sobre
la comunicación en las relaciones pedagógicas. Es el medio de adquisición del
mensaje legítimo y se refiere al cómo más que al qué se dice apuntando a la
selección, secuenciación, ritmo y los criterios y el control de la
comunicación. Tiene que ver con quién y cómo controla.
Utilizaré el concepto de
“enmarcamiento” (framing) para analizar las distintas formas de comunicación
legítima que se realizan en cualquier práctica pedagógica. (Bernstein, 1998:
44)
El enmarcamiento puede ser
fuerte o débil. En el enmarcamiento fuerte, el transmisor del mensaje ejerce el
control explicito tanto de la selección como del ritmo la secuenciación. En
cambio, en el enmarcamiento débil, el receptor dispone de mayor control
aparente de la comunicación. Es preciso aclarar que el enmarcamiento puede ser
fuerte o débil sólo en uno de los siguientes aspectos: selección, ritmo,
secuenciación, etc.
Existen, desde un punto de
vista analítico, dos sistemas de reglas presentes en el enmarcamiento: las
reglas del orden social y las reglas del orden discursivo. La primera de ellas
hace referencia a las formas que toman las relaciones jerárquicas en las
prácticas pedagógicas y tienen que ver con las buenas formas, la conducta, etc
y se denominan “discurso regulador”. Las segundas se relacionan con la
selección, ritmo, secuenciación y criterios y son denominadas “discurso de
instrucción”. Cuando estamos en presencia de un enmarcamiento fuerte, las
reglas del discurso de instrucción y regulador son explícitas. En cambio cuando
el enmarcamiento es débil, ambas reglas son implícitas y el receptor las
desconoce buena medida.
El principio de
clasificación nos proporciona los límites de cualquier discurso, mientras que
el enmarcamiento nos aporta la forma de realización de ese discurso; es decir,
el enmarcamiento regula las reglas de realización para la producción del
discurso. La clasificación se refiere al qué y el enmarcamiento se ocupa de
cómo han de unirse los significados, las formas mediante las que se hacen
públicos y el carácter de las relaciones sociales que los acompañan.
(Bernstein, 1998: 44)
Tanto la clasificación como
el enmarcamiento aportan las reglas del código pedagógico; esto es: las reglas
de la práctica del discurso pedagógico. Es fundamental su comprensión puesto
que un cambio de fuerte a débil en cualquiera de ellas, originarían cambios en
las prácticas discursivas. El debilitamiento del enmarcamiento llega a
desdibujar la clasificación. Entonces, cualquier cambio en general puede
producirse desde el enmarcamiento.
Gracias a las categorías de
clasificación y enmarcamiento, el autor nos permiten analizar cómo, se traducen
en la escuela la distribución del poder y los principios de control en términos
de principios comunicativos y disposiciones espaciales que otorgan la
especificidad de su forma al código elaborado.
Cuando el enmarcamiento
externo es fuerte, con frecuencia, las imágenes, voces y prácticas que refleja
la escuela hacen difícil que los niños de las clases desfavorecidas se
reconozcan a sí mismos en la escuela. (Bernstein, 1998: 46)
Los cambios en la fuerza de
clasificación modifican las reglas de reconocimiento que sirven al sujeto para
reconocer, darse cuenta del contexto en el que se encuentra situado. El
principio de clasificación orienta al sujeto hacia lo que se espera de él en
ese contexto determinado. El principio de clasificación, entonces crea reglas
de reconocimiento por las cuales, el hablante puede situarse en contexto. Esto hace
que la distribución desigual de las reglas de reconocimiento ponga a algunos
sujetos en desventaja respecto a quienes poseen un dominio claro de dichas
reglas.
Ahora bien, determinado
sujeto puede poseer la regla de reconocimiento pero no poder participar como
hablante en determinados contextos. Decimos, entonces, que carece de la regla
de realización pues estos sujetos son incapaces de producir un texto
considerado como legítimo dentro de determinado contexto. En la escuela, los
alumnos de clases desfavorecidas pueden ubicarse en el lugar que ocupan en el
sistema de clasificación pero no pueden expresarse porque no poseen el dominio
del código elaborado.
Si no poseen la regla de
realización, son incapaces de producir el texto legítimo esperado. De este
modo, estos niños no adquirirán en la escuela el código pedagógico legítimo,
aunque sí su lugar en el sistema de clasificación. Para estos niños, la experiencia
de la escuela es, sobre todo, una experiencia del sistema de clasificación y
del lugar que ocupan en él. (Bernstein, 1998: 49)
El código restringido y el código elaborado
Alan Sadovnik (2001)
argumenta que Bernstein estableció las diferencias entre el código restringido
de la clase trabajadora y el código elaborado de la clase media basándose en la
evidencia empírica. Los códigos restringidos dependen del contexto y son muy
específicos del mismo; en tanto que los elaborados, no dependen tanto del
contexto y son más universalistas. Esto no quiere decir que los códigos
restringidos sean deficientes sino que están relacionados con la práctica y por
la división social del trabajo. Un lenguaje dependiente del contexto es
necesario en el marco de la producción.
El código elaborado
favorece posiciones individuales, el gusto por la invención y la búsqueda de
nuevos significados mediante el empleo de frases complejas. El código restringido,
por el contrario, se caracteriza por frases cortas cuyo significado se ancla en
las experiencias vividas. Los dos códigos suponen distintas relaciones de
pensamiento.
Las diferencias entre ambos
códigos mencionados reflejaban las relaciones de clase y de poder propias de la
división social del trabajo. La cultura escolar no es neutra sino que refleja
la distribución desigual de poder en la sociedad. El hecho de que el éxito en
la escuela requiera del dominio del código elaborado hace que los niños
pertenecientes a las clases desfavorecidas estén en inferioridad de condiciones
respecto al código dominante en la escuela; es decir, el código elaborado y
legitimado por las clases dominantes.
El concepto de código era
clave en la sociología de Bernstein. Desde el principio de su uso en su obra
sobre el lenguaje (código elaborado y código restringido), el código remite a
un “principio regulador que sostiene diversos sistemas de mensajes,
especialmente el currículo y la pedagogía.” (Sadovnik, 2001: 5)
Vemos cómo las relaciones
de poder impregnan la organización y distribución del conocimiento a través del
contexto social. El código pedagógico mediante el cual, se da la transmisión y
distribución del saber en la escuela, trasforma la conciencia y se relaciona
indirectamente con el ámbito de la producción económica.
La selección de contenidos
operada en la elaboración de los currículums escolares impone una lógica de
dominación mediante la definición del mundo.
Bibliografía
Bernstein, B. (1998): Pedagogía, control simbólico e identidad. Madrid,
Ediciones Morata.
Bernstein, B. (1996) "El dispositivo pedagógico", en Pedagogía,
control simbólico e identidad. Madrid, Morata.
Bernstein, B. (1994) "La clase social y la práctica pedagógica", en
La estructura del discurso pedagógico. Madrid, Morata.
Sadovnik, A. (1992): La teoría de la práctica pedagógica de Basil Bernstein: Un
enfoque estructuralista. En: Investigación en la Escuela. Nº 17. Sevilla, Díada
Editoras. Pp. 7-29.
Sadovnik, A. (2001): Basil Bernstein (1924-2000). En: Perspectivas: revista
trimestral de educación comparada. Nº 4 Vol. 31 París, UNESCO: Oficina
Internacional de Educación. Pp. 687-703.